El Manatí Antillano: El Dócil Nadador de las Costas del Caribe
El manatí antillano (Trichechus manatus manatus) o manatí del Caribe es una de dos subespecies de manatí de las Indias Occidentales que habita en los ríos, manglares y aguas costeras de Central América, el noreste de Sur América y las islas del Caribe. También es conocido como “la vaca marina” por su corpulento cuerpo y sus hábitos alimenticios consistentes a pastar.
El manatí antillano puede medir entre 2.5 a 3.5 metros de longitud y pesar entre 200 y 600 kilogramos. Las hembras son más grandes que los machos.
Como otras especies de manatíes y dugones, está adaptado completamente a un estilo de vida acuático. Su cuerpo es robusto y cilíndrico. Su piel es muy gruesa de color gris azulado. En las aletas tienen cinco dedos deformes provistos de uñas pequeñas. La cola es plana en forma de espátula. También, tienen un labio superior característico para recaudar alimento. Los orificios nasales pueden permanecer bien cerrados cuando se sumergen debajo del agua.
Se alimentan de plantas acuáticas como las lilas de agua, hierba de manatí, hierba de tortuga, hojas de mangle y algas. Un manatí puede consumir hasta 80 kilogramos de plantas al día.
Comportamiento y Reproducción
El manatí antillano es un animal sociable y gentil. Forma grupos de 2 hasta 13 y más individuos.
Se desplazan completamente sumergidos y pueden aguantar la respiración por alrededor de 15 a 20 minutos. Descansan flotando cerca de la superficie del agua.
Pueden viajar a grandes distancias cada estación a medida que cambia la temperatura del agua.
Los manatíes paren una sola vez cada 3 a 5 años y su periodo de gestación dura 13 meses. Al nacer, la cría puede pesar cerca de 30 kilogramos y medir unos 1,5 metros de largo. Permanece hasta dos años con la madre quien la alimenta con leche hasta que tenga los dientes formados y pueda alimentarse por ella misma.
El Manatí y el Hombre
Debido a su apacible compartimiento, el manatí antillano fue presa fácil para los indígenas locales quienes vendían su carne a los exploradores europeos. Durante los siglos, la intensa cacería durante siglos ha llevado al manatí antillano al borde de la extinción.
A pesar que la especie fue incluida en la lista federal de especies en peligro de extinción en el 1967, continúan siendo cazados furtivamente por su carne y sus huesos. La destrucción de su hábitat y la contaminación de los ríos también han contribuido a la franca declinación de este mamífero marino.
Quedan menos de 5,000 manatíes de las Indias Occidentales en todo el Caribe, América Central, costas del Sur y Este de Norteamérica del Norte y costas del Norte de Suramérica. Según el Acuario Nacional, hay una pequeña población de menos de 70 individuos en la Republica Dominicana.
Debido a su baja tasa de natalidad, la recuperación de las poblaciones de esta especie será una tarea difícil.